Hablar de diabetes nunca ha sido fácil. Ni para quien la tiene, ni para quien acompaña. Siempre hay algo en el ambiente: una mezcla de respeto, miedo, desconocimiento y ese silencio incómodo que aparece cuando nadie sabe muy bien qué decir.

Durante años pensé que hablar de mi diabetes era señal de debilidad. Que si decía “tengo miedo” la gente iba a mirarme distinto. Que si contaba una hipoglucemia, iban a pensar que lo hacía mal. Y si contaba un día complicado, alguien iba a intentar calmarme cuando yo no quería calma: quería ser escuchada.
Con el tiempo descubrí algo que me cambió por dentro: hablar de la diabetes no es un acto médico. Es un acto emocional. Y el lenguaje que usamos —y el que reciben las personas con diabetes— puede aliviar o puede herir.
Por eso hoy quiero hablar de esto. De cómo tener conversaciones más humanas, honestas y tranquilas. De cómo explicar la diabetes sin miedo. Y de cómo crear espacios donde no haga falta esconder lo que sentimos.
💙 Por qué nos da miedo hablar de la diabetes
Hablar de una enfermedad crónica implica vulnerabilidad. Implica decir: “esto forma parte de mi vida, aunque no lo haya elegido”. Y eso, a nivel emocional, pesa.
Además, la diabetes viene cargada de estigmas y juicios sociales: “¿Puedes comer eso?”, “¿Seguro que te cuidas?”, “Eso te pasa por el azúcar”, “Ay, te va a dar algo”.
Son frases que escuchamos constantemente. Frases que, sin querer, pueden hacernos sentir culpables, torpes o incomprendidos. Y claro, si cada vez que intentas explicar algo alguien te juzga o minimiza lo que vives, ¿cómo no vas a tener miedo de hablar?
Pero la realidad es esta: cuando hablamos de diabetes desde la calma y la verdad, se abren puertas. Cuando la escondemos, se abren heridas.
🗣️ El lenguaje importa (más de lo que parece)
La forma en la que nos hablamos —a nosotros mismos y a los demás— condiciona cómo vivimos la enfermedad. Y aquí quiero pararme un momento, porque si hay algo que he aprendido como divulgadora es esto:
“El lenguaje puede acompañar o puede hacer daño. Y muchas veces no nos damos cuenta.”
A veces no es la información la que duele, es la forma en la que se dice. Una frase bienintencionada puede sentirse como un juicio. Y una pregunta inocente puede abrir inseguridades que pensabas tener controladas.
Aquí dejo algunos ejemplos reales que escuchamos a diario:
- “Eso no deberías comerlo.”
- “Uy, tienes la glucosa alta otra vez.”
- “¿Pero tú no eras diabética controlada?”
- “¿No te da miedo salir sola con eso?”
- “Yo no podría vivir así.”
Ninguna de estas frases es malintencionada. Pero todas llevan un mensaje implícito: “Lo estás haciendo mal. Tu cuerpo falla. Tú fallas.”
Y eso no es verdad. La diabetes no es un examen, es una condición. Y hablar de ella con respeto no es opcional: es necesario.
🌿 Frases que ayudan de verdad
No hace falta saber de medicina para acompañar bien. A veces basta con cambiar una frase por otra. Aquí van algunas que sí acompañan:
- “¿Cómo te sientes hoy?”
- “¿Quieres que te escuche o que busquemos una solución?”
- “Estoy aquí si necesitas hablar.”
- “Lo estás haciendo muy bien.”
- “No tienes que poder con todo sola.”
Lo importante no es la perfección del lenguaje, sino la intención: mostrar que la persona no está sola.
🧠 Cómo hablar de la diabetes sin miedo (para ti y para los demás)
Hablar sin miedo no significa hablar sin emoción. Significa hablar desde la verdad, sin permitir que el juicio ajeno decida por ti.
Aquí te dejo algunas claves que a mí me han servido:
1. Habla en primera persona
“Yo siento”, “yo vivo”, “yo gestiono”. No hace falta justificar nada.
2. No minimices tus emociones
La diabetes cansa, y decirlo no te hace débil.
3. Explica lo que necesites, no lo que te pidan
No estás obligada a dar explicaciones. Habla hasta donde tú quieras.
4. Corrige con calma, no con culpa
Si alguien dice algo incorrecto, puedes decir: “En realidad, la diabetes tipo 1 funciona de otra manera.” Y ya está.
5. Rodéate de gente que escucha
Hablar con quien no quiere aprender solo desgasta. Tú mereces personas que acompañen, no que juzguen.
🏥 Y cuando los profesionales tampoco ayudan…
Seré sincera: a veces el miedo a hablar de la diabetes no viene de la sociedad, sino del sistema sanitario. Comentarios fríos, prisas, falta de escucha, información incompleta, frases que hieren. Y si encima vienes con miedo, terminas pensando que el problema eres tú.
Pero no. El problema no es la persona, es la falta de educación emocional.
Por eso defiendo tanto la educación diabetológica emocional: porque combina información, empatía y acompañamiento. Y hablar en un entorno seguro cambia por completo la experiencia.
💫 Hablar sin miedo también es autocuidado
Cuando aprendí a hablar de mi diabetes de forma tranquila, pasó algo inesperado: empecé a vivirla con más calma.
Dejó de ser un secreto, un peso o una carga. Se convirtió en parte de mi historia, pero no en mi definición.
Y eso —lo digo de verdad— cambia la salud emocional. Porque la diabetes deja de ser un muro y pasa a ser un puente.
✨ Si eres familiar, amigo, profe o pareja… esto es para ti
Si quieres acompañar a alguien con diabetes, recuerda esto:
- No hace falta tener respuestas.
- No hace falta ser experto.
- No hace falta entender cada número.
- Sólo hace falta escuchar sin juicio.
Tu forma de hablar puede aliviar más que cualquier consejo. Y tu presencia, aunque no digas nada, también habla.
📬 Si quieres seguir aprendiendo
En mi newsletter de los jueves comparto reflexiones emocionales, recursos de bienestar y formas reales de hablar de la diabetes sin miedo ni tabúes.
Porque la diabetes se vive, se aprende y también se cuenta. Y contada bien… pesa menos.
Por Sarai Rodríguez Lecuna · @diabetesconsarai